Entre la ecoansiedad y el amarillismo ambiental
Más información y menos sobreinformación
¡Hola, Terrícola!
Ya he escrito alguna vez que me agobia la comunicación “en modo tiktok”, plagada de bailecito y chiste fácil.
Por una parte, creo que alimenta demasiado el ego y por la otra, se conforma con reafirmar creencias de la “comunidad” sin crear un espacio para profundizar o crecer.
Y no me malinterpretes.
No satanizo a quien hace reels, que yo misma he hecho y haré. Mucho menos estoy en contra del humor como forma de comunicación ¡qué sería del mundo sin él! Pero me preocupa la forma en la que este tipo de contenidos marcan la comunicación en todos los canales. ¿No hay lugar para un balance?
Por suerte, sí lo hay.
Las cartas de La Ecocosmopolita son mi vía de escape a esa tiranía de las redes. Porque un e-mail, además de íntimo, cercano y libre de algoritmos, es un espacio que permite reflexionar a quienes queremos un poco más de reflexión.
-Gracias infinitas por apostar por un poco más de profundidad y pausa-.
Sin embargo hoy, más que en esos contenidos ultraligeros que dominan en el feed de las redes, me quiero detener en otro tipo de contenido que gana muchos likes y que es más viejo que el Matusalén: El contenido amarillista o sensacionalista.
Y ahora no hablo de las noticias de crímenes o “escándalos del corazón”. Me refiero a cierto “amarillismo ambiental”.
Veamos. Yo hago lo que hago porque sé que es necesario un cambio de sistema. Y sé que para lograrlo hace falta mucha información: que cada vez más personas seamos conscientes de la situación ambiental, del impacto de nuestra forma de vida y de las formas en las que podemos colaborar a construir un mejor mañana.
Y no estoy sola. Somos muchas las personas que estamos preocupadas y que queremos gritar a quienes nos rodean que tenemos que hacer algo. Afortunadamente, cada vez somos más.
Y de esto es de lo que quería hablarte: en esas ansias -ecoansias a veces-, caemos un poco -o a veces mucho- en el “amarillismo ambiental”. Incluso me ha pasado a mí, que siempre trato encontrar una luz al final del túnel. Porque yo también intento captar tu atención, igual que los medios de comunicación tradicionales, el montón de “eco-influencers” que seguramente invaden tus redes y otras tantas cuentas de “divulgación ambiental”.
Evidentemente, no estoy diciendo que la Tierra goza de perfecta salud y que todo está genial. Para nada. Es obvio que tenemos problemas ambientales bastante gordos. Solo que creo que tenemos que lograr comunicarlos con más rigor, con menos sensacionalismo y que al compartir noticias y datos, hay que saber dónde está lo importante.
Porque a menudo compartimos con demasiada alegría muchos titulares sin contexto ni reflexión, que más que informar a fondo, buscan que corramos al primer clic disponible.
Y en el camino damos por absolutas y definitivas a ciertas estimaciones e hipótesis (científicas o no), al tiempo que nos perdemos la oportunidad de mostrar matices y posibilidades.
Por ejemplo. Salta a Google y haz la siguiente búsqueda: “Más plástico que peces en el mar”.
Es un titular que has leído infinidad de veces y misma he escrito esa frase a menudo como un recurso para llamar la atención sobre el problema y la necesidad de acción.
El resultado de Google nos muestra este texto, casi exacto, como titular de muchos artículos, que dan a entender que esto es una realidad ineludible que nos espera en un futuro cercano.
Y es que ese titular es muchísimo más “sexi” que decir que, de acuerdo con este informe elaborado en el año 2016 por la Fundación Ellen McArthur, el Foro Económico Mundial y McKinsey & Company, “si mantenemos la tendencia actual, en el año 2050 podría haber más plástico que peces en el mar, en cuanto al peso”.
Yo intento siempre citarlo de forma más rigurosa, matizando todo lo posible, pero ¿sabes cuál es el verdadero titular del informe citado?
La nueva economía del plástico. Repensando el futuro de los plásticos.
Este documento resume un gran esfuerzo por evaluar el potencial impacto positivo de una nueva economía del plástico.
Hemos leído infinidad de veces aquella frase sobre “más plásticos que peces en el mar”, pero yo hace rato que no escucho hablar del contenido principal del informe.
Este documento es un llamado a trabajar por un enfoque sistémico en materia de plásticos, resaltando la necesidad de colaboración entre distintos actores, con el objetivo de “pasar a un modelo de economía más circular”. Y: traza una hoja de ruta para lograrlo, que muy resumidamente consiste en lograr un reciclaje eficiente (con una visión global que tiene en cuenta todas las etapas, comenzando por el diseño), reducir drásticamente el vertido de plásticos al medio ambiente, “hacer más con menos plástico” (reduciendo o eliminando packaging en diversas formas) y producir el plástico que sea necesario a partir de fuentes renovables.
Pero me voy por las ramas, como es habitual.
Porque lo que quiero que te lleves hoy es una invitación a ir más allá del titular fácil (al leer y también al compartir), aunque aquel llame mucho la atención, porque ese titular a menudo nos distrae de los contenidos verdaderamente importantes útiles e incluso positivos, porque ya se sabe “que lo positivo no vende”.
Y otra cosa: mientras escribía este texto, he googleado otra cosa: el término amarillismo ambiental. Así he descubierto que el término no me lo he inventado yo y, además, me he encontrado este artículo de Carlos Cachán, profesor de la Cátedra de Desarrollo y Medio Ambiente de la Universidad Antonio de Nebrija sobre el tema.
¿Cómo huimos de este amarillismo ambiental? Pues leyendo con precaución, básicamente. Pero me permito esbozar algunas recomendaciones sencillísimas, que también valen para huir de las fakenews.
Ve más allá del titular. Lee de verdad y no creas que “no tienes tiempo”. Afuera puede haber exceso de información, pero tú no estás “sobreinformada” si no quieres. Tienes la opción de escoger leer menos titulares, y más artículos y libros.
Consulta otros medios y ve a las fuentes antes de compartir. Y procura que sean las fuentes de verdad. Idealmente, publicaciones científicas originales. Si tienes problemas con el idioma original, traduce y confirma tu traducción usando distintas herramientas o consultando con alguien.
Asegúrate que esté claro de quién es la autoría del contenido y cuál es la fuente. Antes de compartir un contenido, una fotografía, un vídeo, deberías saber quién lo ha creado y si es una fuente fiable.
No te servirán para evitar caer en el amarillismo ambiental, pero sí que hay un par de herramientas fáciles para desenmascarar bulos y fake news populares: Son Maldita.es y Stop Bulos. Te animo a consultarlas antes de compartir una alerta roja, una acusación contra una persona, o cualquier otra noticia que veas viralizarse en redes y no sepas si es cierta o no.
Y finalmente. Si la lías compartiendo una información incorrecta o descontextualizada, rectifica. Yo misma he cometido errores de este tipo (un par en este año que acaba) y me ha tocado borrar y corregir la información. Por eso escribo estas palabras con mucha humildad y también en un ejercicio de autocrítica ante todo.
En medio de todo este caos informativo o desinformativo, amarillismo y comunicación superficial, se agradece muchísimo el trabajo de quienes se toman su tiempo para aportar un granito de arena a la reflexión.
En este grupo también hay mucha gente, afortunadamente, pero hoy voy a hacer referencia a una dupla a la que tengo mucha estima y que seguro que conoces: Patri y Fer de Vivir sin plástico.
Aunque suelo estar en contacto con Patri, hace poco tuve que admitir que me había despistado un poco con su podcast. Pero en los últimos días me he estado poniendo al día y ha sido un placer. Si no lo conoces, también se llama Vivir sin Plástico.
Fer es buenísimo haciendo entrevistas. Transmiten esa misma cercanía y calidez de todo lo que hace. Y cada una de las personas que les he escuchado entrevistar son un pozo de conocimiento.
Si buscas un par de episodios para empezar, te recomiendo escuchar justo los dos últimos: En el más reciente, Fer habla con la bióloga y doctora en oceanografía Alicia Herrera Ulibarri sobre cómo afectan los microplásticos a la salud de la vida marina. En el anterior, el entrevistado es el Dr. Nicolás Olea, quien lleva más de veinte años investigando los efectos que los plásticos tienen en la salud. Te dejo la segunda, que está disponible en vídeo:
También me gustó mucho el episodio sobre ecoansiedad y comunicación ambiental, con la periodista Irene Baños que, de hecho, ahora que lo pienso, seguramente me animó en parte a escribir esta carta.
Y como soy una defensora del e-mail como canal de comunicación, cierro recomendándote también que te suscribas a la newsletter de Vivir sin Plástico. Aquí se turnan para escribirlas y ambos comparten anécdotas cotidianas que dan pie para reflexiones que siempre son deliciosas de leer, además de algunas recomendaciones útiles y sus más recientes contenidos, que no deberíamos perdernos ni tú ni yo. Encontrarás el enlace para suscribirte al entrar a su web.
Que tengas unas muy felices fiestas, y perdóname, porque esta carta no me ha salido nada navideña.
Nos vemos en el espejo.
Yve Ramírez
La Ecocosmopolita