Hace poco más de una semana estaba en la Costa Brava, en una casita linda a 15 minutos de la playa, con un verde jardín, un huerto y una gran morera, tres gallinas y un bichopalo que cuidar.* 💚
Una mañana, Mau y yo nos estábamos dando un buen baño cuando vimos cómo unas nubes negras tomaban el horizonte mientras seguíamos disfrutando del sol. No tardaron en cubrirnos y de pronto cayó un gran aguacero.
Por la tarde volvió a salir el sol y decidimos ir a una cala, a través del camino de Ronda, con nuestra adolescente menor, Am.
En la playa nos recibió una bandera roja ondeando frente a un mar apacible y tentador.
Una de las guardacostas me confirmó lo que temía: se habían desbordado las aguas fecales y la playa estaba contaminada. ¡Ole!
Seguimos hacia el camino de ronda. A pocos metros, tras el morro de piedra donde acaba la playa mencionada, se bañaban niños y adultos sintiéndose a salvo porque desde ahí no podían ver la señal de peligro.
¡Ojos que no ven, corazón que no siente!
Seguimos caminando. Alcanzamos a ver otra playa que está más aislada. Aunque el guardacostas nos había dicho que encontraríamos bandera verde porque las corrientes contaminadas no llegaban hasta ahí, había bandera amarilla…
Por si no lo sabes: la bandera roja indica prohibición de baño y la amarilla pide precaución. El baño está permitido, pero hay “riesgos potenciales, como elementos tóxicos, objetos flotantes o animales peligrosos en el agua”.
Mau y Am no quisieron renunciar al baño. A mí me dio mucha desconfianza y decidí volver a casa a paso tranquilo, disfrutando del hermoso paisaje contaminado.
Por el camino pensaba que era una gran metáfora. Podemos bañarnos tras el morro de piedra mirando hacia el otro lado, pero por más que neguemos la realidad, nos estaremos tragando la mierda (perdón). Ojalá encontremos formas más conscientes de conservar “el confort”. **
Hacia lo Salvaje
Me fascina ver cómo mis hijas son cada vez más conscientes de que una cala hermosa, llena de rocas, erizos y algas, oculta lo mejor bajo el agua. Cuando veo a Am, tan aprensiva para otras cosas, disfrutando con su máscara de un cangrejo camuflado bajo un manto de algas o una medusa “de huevo frito”, sé que está recibiendo de la Tierra una lección que debe aprender para ser mejor habitante de este planeta. Pero por otra parte, me pregunto cómo afecta nuestra presencia a esos preciosos ecosistemas.
En vacaciones pienso mucho en nuestra forma de viajar y de ser turistas (creyendo que no lo somos) y este año le he dado muchas vueltas a esta paradoja: por un lado, necesitamos de la naturaleza para nuestro propio bienestar, porque somos naturaleza, y porque solo ella puede enseñarnos a respetarla y amarla. Por otro lado, esos “baños de naturaleza” tienen un impacto en nuestro entorno.
Creo que con una dosis de corazón y otra de cerebro podemos ir por buen camino, pero si buscas a una experta en estos dilemas, esa es Ana Cortés Luengo.
Desde hace meses, cuando me contactó para presentarse, sigo sus andanzas a través de su newsletter y muero de ganas de unirme a alguna de las propuestas de “viajes que ponen la vida en el centro” de Hacia lo salvaje. Viajes que nos invitan a salir de nuestra zona de confort de una forma amorosa con nosotras mismas.
Pueden ser experiencias que te acercan a la artesanía al mismo tiempo que ayudan a mantener vivos saberes ancestrales, escapadas para echar abajo los mitos de la menopausia “y afrontarla desde la consciencia, la diversión y el movimiento”, excursiones de trekking junto a mujeres locales por Annapurna -una de las zonas más bonitas del Himalaya de Nepal según Ana-, aventuras “con gafas violeta” en Tanzania o campamentos de verano en el Pirineo…
Propuestas que abren espacios para el empoderamiento, la cooperación y el autocuidado, hechas por mujeres y para mujeres.
Aunque de momento no he podido unirme a ninguna de sus aventuras, disfruto mucho leyéndola. En sus cartas (que eso sí, son abundantes), he encontrado reflexiones sobre el síndrome de déficit de naturaleza, la experiencia de viajar con blablacar, conceptos como el rewilding o resilvestración o el verdadero significado del ocio.
De esto, te dejo una cita de una de sus últimas newsletters:
El ocio es eso que haces plenamente y que tiene que ver con el entretenimiento y la recreación.
El tiempo libre se puede emplear en actividades que no generen placer, como ver el móvil.
Es decir, el ocio es el tiempo libre bien invertido.
Y eso habla de nosotras.
Tanto, que me atrevo a decir que incluso más que el emprendimiento o el trabajo donde la “obligatoriedad” está más presente.
Y antes de que me digas, pues yo no tengo tiempo.
Déjame decirte una cosa.
El tiempo se fabrica.
Y muchas veces, más de las que te puedes imaginar, está relacionado con poner límites y decir que NO.
Elegirte.
Porque no tener tiempo también debería estar diciéndote mucho.
La nube que pesa,
y cómo aligerarla
He tenido que comenzar a reescribir casi toda esta carta, después de horas repasando referencias y dándole forma final a las notas que tenía preparadas. Estaba escribiendo desde Word, en local, usé un comando incorrecto desde el teclado (que significaba “cerrar”) y pulsé la tecla Escape sin pensarlo, frente a la ventana de “¿Quiere guardar los cambios?”.
Para coronar, la función de guardado automático no se estaba ejecutando. 🥵
Y tú te preguntarás, ¿por qué no estaba trabajando en “la nube”, que todo lo guarda?
Bueno, porque intento trabajar todo lo que puedo en local, para reducir la huella de carbono de mi uso de Internet.
Hace varios años se estimó que, si Internet fuera un país, sería el 6to más contaminante del mundo, entre otras cosas, porque para mantener los servidores que procesan los datos, se consumen intemensas cantidades de agua y energía, y esto se traduce en muchas emisiones de CO2.
El Centro de Eficiencia Energética de Copenhague estima que a finales de esta década, la tecnología de comunicaciones representará más del 20% de la demanda energética mundial. ¡Una barbaridad!
Cada Gb de descarga (que es más o menos el consumo de ver una hora de programación en Netflix con una resolución estándar) ¡consume 200 lt de agua para refrigerar los servidores! Y el consumo medio de energía de enviar un email con un archivo adjunto, es similar al de una bombilla encendida durante todo el día.
Y a esto hay que sumarle ahora la popularización de la Inteligencia Artificial: Cada búsqueda en CHAT GPT consume el triple de energía que una búsqueda en Google.
¿Algunos consejos para reducir tu huella digital?
Mejor Google que Chat GPT, al menos para búsquedas. Y recuerda que cada búsqueda que haces, deja huella en muchos sentidos.
Para visitar páginas que ya conoces, es mejor escribir la URL directamente en la barra de navegación que recurrir a Google.
Evita e-mails o mensajes innecesarios. Por ejemplo, seguro que puedes ahorrarte muchos mensajes e emails de “gracias” u “ok”. ¡Especialmente en los largos hilos y los chats grupales!
Por cierto, evita los largos hilos de e-mail. En lo posible, comienza uno nuevo cuando vayas a responder.
Date de baja de las newsletter que no lees. Espero que no incluya a esta 🙏
Después de un día de paseo y fotos, escoge las imágenes que de verdad merecen ser guardadas y borra el resto.
En lugar de enviar attachements (que duplican los archivos en el servidor de cada persona que envía y recibe el correo), comparte los archivos vía Drive, Dropbox o, si es posible, Wetransfer, que los borra a los pocos días.
Ciencia ficción sonora
Muy relacionado con esto, me ha encantado un podcast llamado Delete, que es una ficción sonora producida por ING (sí, ¡el banco!) y SummerStory.
Imagínate un distópico año 2075 en el que, tras décadas acumulando infinitas cantidades de basura digital, la capacidad de almacenamiento de datos ha llegado al límite. Todo está a punto de colapsar y una comisión de expertos debe definir qué contenidos se salvarán del “gran borrado”.
Te dejo el trailer:
Este podcast me ha hecho pensar mucho en este “síndrome de diógenes digital” que nos lleva a acumular tanto material que nunca más volvemos a consultar.
También en el impacto psicosocial de sobresaturacion digital, porque plantea, entre otras cosas, una realidad en la que la mejor compañía de muchísimas personas es virtual. Horror.
El programa forma parte de un proyecto que se llama Bienestar Digital y busca fomentar un uso más saludable y respetuoso de Internet.
Tiene datos curiosos (y alarmantes) como que las personas ya estamos más tiempo frente a una pantalla (de móvil, ordenador y TV) que durmiendo; que el 70% de las personas tiene nomofobia, que es el miedo injustificado a estar un período de tiempo sin el móvil (ahora ya sé cómo se llama lo que le pasa a mi hija de 14 años), que sólo abrimos el 40% de los emails que recibimos, o que guardamos sobre el 83% de las fotos tontas que hacemos. ¡Ah! También tiene un test de hábitos digitales, que aún no he hecho.
Además, el podcast tiene varios eposidios extras con entrevistas con expertos, que no he escuchado pero tienen muy buena pinta.
Nota: Hablo de este proyecto, pero no asumas que menciono a este banco porque puede considerarse banca ética.
Si quieres saber más sobre la banca ética y algunas alternativas visita este artículo de mi blog.
Recomendaciones Out of topic
Para entender a Venezuela. Entre lo poco que he publicado en redes, y todo lo que he compartido sobre Venezuela en las últimas semanas, he perdido muchos seguidores. Espero que no pase lo mismo por aquí, porque quiero dejarte un par de contenidos que te ayudarán a entender lo que hoy se vive en el país en el que nací.
Este episodio del podcast No es el fin del mundo hace un retrato de Nicolás Maduro, cómo llegó al poder y cómo se ha mantenido hasta ahora. Es una joya y además es muy entretenido. Y este reportaje de El Hilo nos habla sobre las elecciones y sobre el trabajo hecho por la oposicion venezolana para mostrar los verdaderos resultados electorales. No tiene desperdicio.La trenza, de Laetitia Colombani. Me lo habían recomendado muchísimo y es de esos libros que te atrapan sin que casi te des cuenta.
La trenza es la historia de tres mujeres muy distintas.
Una en India, es de la más baja casta, otra es una abogada exitosa que vive en Canadá y topa con un gran revés, y la tercera es una chica italiana que queda repentinamente al frente de la empresa familiar.
Cada una desde su realidad, se enfrenta a duras descriminaciones y sus respectivas luchas se unen en sola trenza. Hermoso.
A Truman. Hace unas semanas leí A sangre fría, la “novela de no ficción” de Truman Capote, que llevaba mucho tiempo en mi biblioteca, y como me quedé con ganas de más, salté a ver su adaptación al cine, de 1967. Entonces un amigo me habló de la película Truman Capote, que narra justo la etapa de la vida en la que el autor escribió esta novela de true crime, protagonizada por un magnífico Philip Seymour Hoffman que ganó el Oscar con esta intepretación. Fue mi homenaje personal de verano a Capote y me lo disfruté mucho.
Solastalgia. Esta palabra, preciosa, acuñada por Glenn Albrecht, nos habla de la tristeza / angustia sientes cuando te das cuenta de que el deterioro ambiental está cambiando tu entorno y borrando tus recuerdos de lugares con los que tienes fuertes vínculos emocionales.
Es también el título de un libro publicado por Ada Castell, que me removió mucho. De momento, solo en catalán.
La protagonista, una periodista, preocupada por el medio ambiente, que combate la depresión desde hace mucho y sufre de ecoansiedad, se encuentra en un contexto realmente apocalíptico.
En plena pandemia, su ciudad (Barcelona) es arrasada poco a poco por unas lluvias torrenciales que nos recuerdan al diluvio universal. Huye con su familia a la montaña para evitar las inundaciones y nos invita a acompañarla en ese viaje. Es duro pero vale la pena leerlo.
Si te animas a leer, ver o escuchar algo de lo que te he dejado por aquí, me cuentas qué tal.
¡Nos vemos en el espejo!
Yve Ramírez
La Ecocosmopolita
Flores en el asfalto
Consultorías de comunicación
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**(La decisión de seguir viviendo, protegiéndonos y protegiendo el entorno contra eso que tal vez no podemos cambiar, en términos de cambio climático, se llama mitigación, y te recuerdo que esta edición de la Uni Climática está centrada en este concepto).