Mi abuela paterna hacía vestidos de novia para la más alta oligarquía caraqueña cortando directamente sobre su cliente, sin patrón.
Mi mamá quería estudiar diseño pero mis abuelos la obligaron a hacer bioanálisis. Se desquitó años después graduándose en diseño de modas. Y lo hizo con el apoyo económico de mi abuelo, que después de haber sido muy estricto, se había hecho blando ante sus afectos como el queso de Burgos.
Recuerdo a mi mamá explicándome “historias del arte” como quien cuenta un cuento, porque con cuatro hijos, era la única forma de estudiar. Fui feliz cuando mi hermana Adri y yo la llevamos, 20 años después, a ver la Victoria alada de Samotracia para que comprobara que realmente se podía intuir la transparencia de los tejidos en la dura piedra.
Cuando yo era pequeña, mi tía Marilyn -hermana de mi mamá- vivía en París, aparecía en portadas de revistas internacionales y recorría pasarelas -incluso para Versace- con su larguísima figura morena y sus rasgos incatalogables. La …