Las Cartas de La Ecocosmopolita

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Árboles, niñas y tiendas que hacen red

yveramirez.substack.com

Árboles, niñas y tiendas que hacen red

Cuando nos unimos, no sumamos fuerzas: ¡las multiplicamos!

Nov 10, 2022
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Árboles, niñas y tiendas que hacen red

yveramirez.substack.com

Hola Terrícola,

Aquí estoy una semana más, para compartir contigo tres cosas buenas y bonitas que espero que te alegren el día y te salpiquen de optimismo e inspiración transformadora en estos tiempos convulsos (y cálidos).

¿Aún no recibes Las Cartas de La Ecocosmopolita en tu buzón? ¡Esto hay que arreglarlo ya!

La carta de esta semana tiene de todo: un toque de literatura, un poco de ciencia, algunas historias de activismo -desde activismo infantil hasta activismo, digamos “comercial”- y más.

Notarás que el formato ha cambiado un poco y, si eres de las personas que prefiere recibir este e-mail en fin de semana, tal vez te sorprenda recibirla hoy.

Te cuento al final de la carta a qué se debe. ¡Y espero que esta nueva etapa te guste tanto o más como la anterior!

Una de las historias que más me fascinó de la novela El clamor de los bosques de Richard Powers fue la de una investigadora que descubre que los árboles pueden comunicarse entre sí.


(Te hablé de este libro en una carta anterior: es al mismo tiempo, una novela y al menos nueve historias distintas, y es una maravilla que espero que leas algún día si no lo has hecho aún). 


Igual lo que te digo -que los árboles se “hablan”- no te sorprende tanto como a mí, pero yo voy a asumir que sí. Yo -bicho de ciudad y de formación mucho más de letras que de ciencias- no tenía idea de esto, a pesar de que llevo años en este mundo de la sostenibilidad.

Te cuento tal como yo lo entiendo.

Resulta que los árboles son más de compartir que de competir (y esto sí que no me resultó nada sorprendente).

Y, supongo que por esa forma de “pensar en bosque”, en colectivo, se comunican y se apoyan constantemente a través de una red llena de vida que vive bajo el suelo. Es la micorriza, la simbiosis entre las raíces de los árboles y los hongos que viven en el suelo y que ahora sabemos que es vital para la salud de los árboles. Vital, porque esta red es la que les permite compartir nutrientes y mensajes de muy diversos tipos, como por ejemplo, alertas ante el posible ataque de una plaga.

Todo esto lo conocí gracias a esa novela hermosísima, El Clamor de los bosques.

En la novela se explica con un gran nivel de detalle (para tratarse de una obra de ficción) los hallazgos de una sensible investigadora que creció en medio del bosque. Y lo que leí me dejó tan fascinada como convencida de que su trabajo tenía una cuidadosa base científica.

Así que me puse a investigar y supe que la mujer que inspiró a este personaje tiene nombre propio. Es Suzanne Simard.

Creo que es muy necesario leerla, escucharla y abrir los sentidos a lo que nos cuenta del mundo.

Te dejo una charla TED en la que explica su trabajo. Tómalo como una invitación a seguir aprendiendo sobre el grandioso poder de los árboles unidos en un bosque.

¿Alguna vez has pensado en lo mágico que es que de algo tan diminuto como una semilla nazcan un brote y unas raíces con capacidad de convertirse en un magnífico árbol?

La primatóloga y activista Jane Goodall debía estar fascinada por este simple e inmenso “misterio” de la naturaleza. Y por eso uno de sus programas estrellas se llama Roots and Shoots (Raíces y Brotes).

Se trata del programa de educación ambiental del Instituto Jane Goodall. 

El programa nació en Tanzania en el año 91 con 12 estudiantes. Hoy colaboran con el programa más de un millón de personas en distintos proyectos relacionados con la protección del medioambiente, de los animales y de las personas.

En la página web del grupo en España podrás descubrir las “Gretas Thunberg” locales. 

Por ejemplo, Lucía Hernandez, que tiene 15 años, ha fundado un grupo en su comunidad y es la mejor “agente movilizadora” del programa Movilízate por la selva, que recoge móviles en desuso para su reciclaje, y e sotro de los grades programas del Instituto Jane Goodall, del que ya he hablando en mi blog, La Ecocosmopolita.

O Olivia Mandle, de la misma edad, vive en Barcelona, limpia el Meditarráneo con un accesorio diseñado por ella misma y ha recogido 140 mil firmas para la campaña #Noespaísparadelfines, que pide el fin de los delfinarios en España.

Y son solo un par de ejemplos.

No sé qué opinas tú, pero yo creo que ahora mismo deberíamos estar hablando más de jóvenes como estas y mucho menos de Elon Musk y su llegada arrolladora a Twitter.

Y es que pasan cosas maravillosas aquí cerquita. Cosas que me tocan el corazón especialmente. 

Igual es porque yo tengo muchas debilidades. Soy bastante blandengue con ciertos temas, de hecho.

Por ejemplo, me emociona muchísimo ver como sigue brillando Usar y Reusar, la tienda residuo cero que creamos Tere y yo en el 2016, cuando tanta gente no sabía ni qué era el residuo cero ni que un cepillo dental podía ser de un material distinto al plástico.


(Nota para quien no lo sepa: el agosto del 21 disolvimos la cooperativa que gestionaba la tienda y la traspasamos a Magui. Por qué y cómo traspasamos la tienda, lo expliqué en este artículo).

Pero me voy por las ramas (que es otra cosa muy mía).


También  me emociona (siempre) el poder inmenso de las personas cuando unen fuerzas, sumando puntos en común y obviando diferencias, para lograr un bien compartido.

Así que el último proyecto del que te voy a hablar hoy me hace dar saltitos de alegrías con lágrimas de emoción en los ojos. Porque Usar y Reusar ahora forma parte de un proyecto colaborativo que me parece precioso.

Se llama El Buen Ambiente y es una unión de tiendas residuo cero, que deciden juntar fuerzas para “hablar de sostenibilidad con buen rollo”,  crear conciencia, ayudarnos a reconocer las prácticas de Greenwashing y más, de la pantalla para fuera.

Digo de la pantalla para fuera, porque de la pantalla para dentro estas tiendas además hacen piña para poder hacer frente, juntas, a la presión de los grandes por comerles el espacio y, si pueden, hasta el alma. Tal como los árboles se unen a través de la red fúngica para luchar contra el ataque de una mosca blanca.

Te recomiendo mucho seguir su cuenta de Instagram y a todas las tiendas que forman parte de la red, porque ellas tienen un código de selección muy estricto y, por lo que me han contado, podemos contar con el “sello” de Buen Ambiente como un sello de confianza total.


Por cierto: Usar y Reusar nos ofrece un 10% de descuento con este cupón: LAECO10.  Yo no tengo ninguna comisión.


Y bueno, ya sólo me queda contarte algo de eso que no se ve (tanto) en la pantalla.

Resulta que he dejado Mailchimp, que es la plataforma que hasta ahora me había permitido enviar miles de e-mails con cada carta. 

En la última carta tuvimos una marca como mecenas, y te dije que probablemente se repetiría alguna vez. Fue una decisión que tomé por dos cosas que no he comentado antes:

  • Investigar y escribir estas cartas, diseñarlas, programarlas, comunicarlas por otros canales, me toma una jornada de trabajo completa, o algo bastante cercano. Una jornada no remunerada pero que me hace muy feliz.

  • Mailchimp me cuesta mensualmente más de 70€. Es muy caro pero no se puede enviar un email a miles de personas sin un gestor y este era el que había usado desde el comienzo (y al comienzo, con pocas suscripciones, era gratis).

  • Derivado de lo anterior, escribir y enviar estas cartas me resulta muy placentero pero también bastante caro, te digo con toda franqueza.

Dicho esto, en los últimos días tomé la decisión de “mudar” las cartas a Substack, una plataforma muy en auge, que es muy usada por periodistas y otras creadoras.

Ganaré por algunos lados pero, por ejemplo, no me será posible seguir haciendo dos envíos, uno en la semana y otro en sábado (al menos no me parece de momento que pueda hacer dos grupos de terrícolas por aquí).

Próximamente abriré también la posibilidad de apoyar la creación de estas cartas con una subscripción de pago. Las cuentas que decidan apoyar económicamente el proyecto tendrán acceso a contenido extra.

Por eso antes de despedirme te voy a pedir que respondas esta breve encuesta.

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Y con esta encuesta llegamos al final de la primera carta en esta nueva etapa. Gracias por leer hasta aquí, gracias dobles si has respondido a mi minitest.

Un abrazo y hasta la próxima carta,

Yve

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